Descripción
En «La Danza de la Sandía», he buscado plasmar el sabor efímero del verano, capturado en tres rodajas de sandía meticulosamente dispuestas. Cada segmento, con sus vibrantes tonos de rojo y verde, evoca no solo la frescura del fruto, sino también la esencia de los días soleados, de las risas en picnics, y de los atardeceres que se desvanecen en noches cálidas.
La composición se juega en una dualidad: por un lado, la textura jugosa y detallada de la pulpa roja de la sandía, y por otro, la rígida y rugosa corteza verde que la protege. Juntas, estas capas representan la efímera transición entre la juventud y la madurez, entre lo que se muestra y lo que se protege.
El espacio negativo, deliberadamente minimalista, sirve para resaltar aún más la vivacidad de la sandía, convirtiéndola en el núcleo indiscutible de la obra. Así, «La Danza de la Sandía» no es solo una representación de un fruto, sino un homenaje a los momentos preciosos y efímeros que se deslizan entre nuestros dedos como el jugo de una sandía fresca en una tarde calurosa.
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