Descripción
En esta obra, he buscado capturar el poder transformador de las estaciones a través de la figura de un árbol que florece en un ciclo eterno de renacimiento. Cada estación es un acto en este drama natural, donde la naturaleza se reinventa a sí misma una y otra vez.
En primavera, el árbol despierta con hojas tiernas y flores que bailan al viento, anunciando la renovación. El verano trae consigo la exuberancia de hojas en su máximo esplendor, una sinfonía de colores que abraza el sol radiante. El otoño pinta el paisaje con tonalidades cálidas y hojas que caen, como lágrimas de despedida y gratitud. Y en invierno, el árbol se alza en su esencia casi desnuda, sus ramas extendiéndose hacia el cielo en un silencio contemplativo.
La paleta de colores evoluciona con las estaciones. Cada detalle, desde la textura de las hojas hasta la postura del árbol, está imbuido de la magia y la belleza que yacen en cada cambio.
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